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Productos excelentes y una producción enológica envidiable hacen que la ciudad de Verona sea una visita obligada para los gourmets y los amantes de la cultura gastronómica. Comer en Verona es un placer, un arte que se transmite desde la época del Imperio Romano y que aún hoy llega a las mesas de los restaurantes y de las múltiples osterie desparramadas por el territorio.

 

Desde un producto pobre y común nace una de las especialidades más exquisitas de la gastronomía veronesa. Se trata de la patata que se convierte en ñoqui según la antigua receta, recientemente certificada con la marca De.Co que demuestra la correcta preparación del plato típico. Símbolo del carnaval con la figura de “papá ñoqui”, este plato delicioso se sirve con diferentes condimentos como mantequilla fundida y parmesano o con la salsa de carne de caballo, la famosa “Pastisada de caval”.

 

Un primer plato conocido es el “Risotto al Tastasal” preparado con carne fresca de cerdo picada, salada y sazonada con abundante pimienta negra. El condimento es el mismo que se usa para preparar el salchichón y según la tradición las amas de casa lo cocinaban para probar (tastar en dialecto) la saladura de la carne.

 

La Pearà es otro plato típico de la ciudad, una salsa cocinada que acompaña el bollito (cocido) mixto, un plato tradicional de una buena parte de la zona de Verona. A base de pimienta, caldo de carne, pan rallado y médula de vaca es una verdadera exquisitez para acompañar la carne con la famosa polenta amarilla, quintaesencia de la cocina veronesa.

 

Para los amantes del pescado no puede faltar la tradicional “Renga di Parona”, un plato tradicional a base de arenques que tradicionalmente se comía el miércoles de las cenizas, para inaugurar el periodo de Cuaresma. Dada la cercanía con el Lago de Garda es fácil encontrar pescados como la trucha o el lucio.

 

No se puede olvidar la famosa producción de quesos, entre los cuales destaca el Monte Veronese. Disponible en diferentes tipos, se prepara rigurosamente con leche de vaca de las cabañas alpinas de las Montañas Lessini.

 

Además hay muchos dulces típicos, como el famoso Pandoro de Verona o el Nadalin que normalmente se pueden probar sólo en Navidades. Si el Pandoro es conocido por sus líneas y su masa simple pero gustosa, el Nadalin es una estrella de ocho puntas cubierta con un glaseado, piñones y almendras. En cambio los Baci di Giulietta, similares a los Baci di Dama (Besos de Dama), y la gustosa Sbrisolona, friable y golosa tarta seca ideal para el desayuno, se pueden comer todo el año.

 

La producción vinícola del territorio veronés merece una atención especial. Empezando por las colinas del Lago di Garda los viñedos se extienden por toda la provincia hasta el Val d’Alpone. Primera provincia en Italia para la producción de vinos Doc, ofrece una gran variedad de vinos: Bardolino, Lugana, Custoza y Garda hacia el Lago di Garda, Soave, Valpolicella y Amarone hacia los famosos valles en el norte de la provincia, en cambio en el extremo este se encuentra el Durello de las Montañas Lessini y en el norte a lo largo del Val d’Adige y el Val Lagarina se puede probar el Enantio, una cepa autóctona de gran tradición.

 

Por consiguiente hay muchísimas bodegas e itinerarios temáticos como las Rutas del Vino para descubrir y gustar el néctar preferido por Baco. Sin duda alguna no hay que perder la cita del último domingo de mayo con “Cantine Aperte” (Bodegas Abiertas): en todo el territorio las bodegas abren sus puertas para los aficionados y los enoturistas que quieren descubrir los secretos de las producciones y las cualidades de los vinos veroneses.

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